La Verdadera Historia de Adán y Eva

Todo esto comenzó hace cientos de miles de años. Tantos que no los recuerdo exactamente… Pero fueron muchísimos.

El Universo Magnífico

En aquel tiempo solo existía el Embeleso, el Universo en toda su magnificencia… Mirar a lo alto y abrir los brazos… Así era entonces el Universo Magnífico… Tiene varios nombres, Naturaleza es uno. También la llamamos la Creación porque era la madre de la Tierra y del Universo en pleno. El comienzo y el fin. Madre e hijo. Una entidad femenina, pero masculina. Había dado a luz el Universo siendo el mismo Universo. La perfección absoluta. La virginidad auténtica. La fecundación de la Naturaleza.

Un parto completo. Imagina el Cosmos en pleno, naciendo de un vientre minúsculo y expandiéndose por el espacio que iba creando a su paso. Tal es la fuerza del parto de la Naturaleza. Ahora, unos dicen, que se trataba de una explosión, pero en realidad fue un parto, un alumbramiento.

El Gran Secreto de Dios

Llamaremos Dios a la razón de todo lo femenino y todo lo masculino. Es el nombre más conocido y —para que la historia humana tenga sentido— es necesario que sea un elemento de la Naturaleza. Así puede existir el hombre. Si no fuera así es obvio que no podía haber creado nada. Ni un ser humano siquiera. Para ser Dios es necesario pertenecer al Universo.

Hay algo muy importante acerca de Dios que nadie sabe y constituye un secreto celosamente guardado durante milenios. Los libros sagrados, expuestos al público, ocultaron este detalle. Pero figura en otros.

En lo más recóndito de la fortaleza del Cristianismo, en La Piedra que se encuentra en Roma, se conserva, severamente custodiado, un grupo de antiguos documentos rescatados del olvido por algunos arqueólogos —todos misteriosamente asesinados—, donde, en varios idiomas se describen los sucesos narrados por los profetas, la creación del mundo, del hombre y de la mujer. Hoy en día se conoce a ese conglomerado de vetustos pergaminos y piedras talladas encontradas en diversas partes del mundo, como el Auténtico Testamento.

"Se trata de la estulticia de Dios y de su mal genio. Cada una de estas características no son para alarmarse, pero juntas constituyen un serio peligro."

No es que sufra de alguna falla del entendimiento. Es tan, pero tan bueno, que su torpeza se desprende de esa infinita bondad. Si por ejemplo, Dios fuera un poco listo, sabría de inmediato que no podría tener todos los atributos que cree tener. Imposible hacer todo lo que le diera la gana. De modo que, en la Naturaleza se da por sentado que, para que un Dios sea perfecto, es inevitable que sea un poco tonto, sin que lo sea de manera permanente, sino tan solo durante algunos episodios aislados.

La Creación del Hombre

Un buen día Dios dijo algo acerca de hacer una criatura a su imagen y semejanza. No se sabe a ciencia cierta a quién se lo dijo, creo que hablaba solo, ya para entonces no estaba bien de la cabeza. Esto nadie lo sabía por dos razones fundamentales. Porque era Dios y porque no había nadie más por allí.

En aquel momento Dios, solo, sin ayuda y sin pedir consejo a nadie, creó al hombre. Le salió quejoso y caprichoso por demás; erguido en dos extremidades alargadas y con un extraño utensilio colgando de la entrepierna. Ni bien le dio la vida comenzó a quejarse de todo. Nada le conformaba.

La creación de esta criatura es la mejor prueba de la estulticia divina. Dios no reflexionó demasiado porque tenía un pensamiento cuántico, es decir pensaba por partículas a medida que sucedían las cosas. No daba para más. Una vez creado el hombre, su próximo pensamiento fue preguntarse para qué podría servir esta criatura quejosa y antojadiza con un extraño instrumento colgante.

La Aparición de la Mujer

A la sazón Dios no sabía lo que era el sexo. Suponía que las cigüeñas y los repollos se encargaban de las cosas relacionadas con la reproducción. Las criaturas de la Tierra nacían, copulaban y morían. Él mismo carecía de un sexo definido. No había nadie para darle explicaciones. Un padre hubiera sido oportuno. Pero todos sabemos cómo son los padres a la hora de enseñar las cuestiones sexuales.

—Si ese adminículo está allí, por algo será— se dijo Dios mirando la ridícula figura del hombre, caminando patizambo con una especie de rabo carente de sentido. En seguida agregó. —Crearé otra criatura para que se ocupe de esa cosa.

Manipulando el cuerpo del hombre, metiendo la mano y revolviendo todo en busca de un objeto interesante, extrajo una costilla. La miró reiteradas veces. No sabía para qué servía. A pesar de haberla diseñado hacía unos momentos, no recordaba su función.

Sin poder encontrarle una utilidad para sus fines arrojó tras de sí la ridícula costilla, con tal fuerza, que fue dando tumbos hasta quedar atrapada entre las ramas de un árbol, del que colgaban coloridos frutos.

De pronto se escuchó una voz cantarina que pedía auxilio en un idioma desconocido. Por primera vez en la historia se escuchó el tono plañidero de la coquetería femenina. La voz continuó pidiendo auxilio. Parecía que no pensaba callarse… y no se calló durante los siguientes milenios.

Dios cayó en la trampa. Fue el primero. Desde entonces han caído muchos más.

La Gran Catástrofe

La mujer se acercaba, Dios miraba y el instrumento del hombre se elevaba.

Al ver este espectáculo el Creador se transfiguró por completo. Él no tenía nada parecido, capaz de subir, bajar y acalorarse. Tampoco el instrumento del hombre se elevaba cuando él estaba cerca. Su mal genio comenzó a mostrarse como un volcán en plena erupción.

—He aquí algo que yo no puedo hacer.

Tenía razón. Entonces comprendió todo. Esa nueva criatura tenía el poder de elevar el miembro masculino. Un poder del cual él, el Todopoderoso, carecía… ¿Se habría equivocado? Había dicho a nuestra imagen y semejanza.

Lo que sucedió fue un exceso de semejanza. Una criatura con mayor poder que Dios.

"Así, masturbando la serpiente a Eva, comenzó la historia humana, con una paja."

La Escisión Divina

El desafío femenino y el mal genio del Creador, provocaron una gran tormenta. Un torbellino de contradicciones cayó sobre Dios cuyo delicado equilibrio, ya de por sí difícil de sostener, comenzó resquebrajarse. Exasperado, incapaz de superarlo por las limitaciones que ya hemos visto, se hundió en un enfado profundo, que crecía y crecía sin poder controlarlo, hasta que se transformó en odio oscuro e insondable, que culminó en la ruptura del equilibrio de los poderes que formaban a Dios.

Sucedió la mayor tragedia de La Creación.

Dios explotó y se escindió en dos mitades dando vida eterna al Bien y al Mal. La primera explosión, el parto fue el origen de la materia, la segunda dio vida al Bien y al Mal. Tan tremenda fue ésta última, que nunca se puso saber con exactitud el límite divisorio entre ambos. Están mezclados en la Naturaleza y forman parte de ella.

Desde entonces Dios y Satanás, están juntos ansiosos por volver a unirse nuevamente y aspirar a la eternidad perdida. Por eso el bien de hoy es el mal de mañana o viceversa.

La Expulsión del Paraíso

Al ver a la mujer llevarse al hombre cogido por su enhiesto miembro Dios se enfureció mucho más aún y comenzó a vociferar.

— Maldita seas. Serás castigada por los siglos de los siglos…— Le gritaba ofuscado mientras los veía marcharse. Como no atinaba a encontrar algo efectivo, la castigó con los dolores del parto y además, enfurecido agregó lo peor…

— Tu deseo será el de tu marido y él se enseñoreará de ti

Estas palabras forjaron el futuro machismo. Entonces, obnubilado por la ira, Dios creó la muerte. Puso un límite a la vida del hombre para que jamás pueda crecer como para hablarle de igual a igual.

— Esta criatura humana no vivirá demasiado. Debe morir antes de aprender a vivir.

Cuando después de un rato pudo calmarse (pudieron haber sido siglos) reflexionó en los desatinos ocurridos. Todo había salido mal. Ahora eran dos y la guerra recién empezaba. Por causa de su rabieta había perdido la identidad y creado a Satanás que reclamaba su parte del mundo.

Lo pintaron como una paloma blanca cuando en realidad es un buitre negro. Desorientado como tantas otras veces, Dios se convenció de que este asunto lo había desbordado.

Por la mañana amaneció con una resaca, que solo se alivió cuando llegó Satanás a negociar el reparto de las almas. Se saludaron con simpatía… Iban a estar juntos el resto de la eternidad… Mejor llevarse bien desde ahora.

—Siéntate y conversemos— le dijo a Satanás